AR – 6ª Festival de Cinema Argentino en Portugal se realizará del 12 al 18 de agosto en el Cinema Ideal en Lisboa. Después de haber sido cancelado en 2020 y de haber sido postergado varias veces en 2021, el cine argentino sigue vivo y se va a respirar en el Ideal este verano boreal.

Normalmente, AR funciona como una ventana abierta, una radiografía del ambiente, siempre dinámico y estimulante, del cine de autor argentino contemporáneo. En este caso, y después de un 2020 (y buena parte del 2021) que nos alejó físicamente de las familias y amigos, el festival da un destaque especial a los afectos. En esta 6ª edición se propone un panorama compuesto por varias primeras obras que piensan y reflexionan sobre los lazos familiares, amorosos, de amistad, entre madres y padres e hijos, lazos afectivos que se nutren de lugares, espacios y determinados tiempos. Las películas dialogan unas con otras, establecen afinidades, destapan lecturas inesperadas, comienzan y continúan conversaciones que parecen que esperan ser completadas.

Siete largometrajes serán acompañados por siete cortos, todos últimos trabajos de autores jóvenes argentinos que están construyendo algunas de las cinematografías más sólidas de la actualidad. Y habrá una estreno, una sección dedicada al cine de animación para toda la familia que viene para quedarse, Arzinho.

Espacio de cuidado y de amor -pero también de compasión y de soledad-, la familia es un concepto que está en permanente transformación, ampliado y repensado a lo largo de los tiempos. Y es precisamente ese el eje alrededor del que giran los films programados en esta edición.

AR abre con una película que reinventa la historia de una familia en una aventura simple no tan simple. Qué será del Verano de Ignacio Ceroi (Mejor película argentina BAFICI 2021) se embarca en un viaje que empieza con la autobiografía del director que, en un registro íntimo de voz en off e imágenes en found footage, se va dejando llevar por las historias lúdicas y destemidas del protagonista de una especie de ficción amplificada. Audaz también será la «muerte» firmada por Nicolás Prividera en Yo Maté a Antoine Doinel, el corto-ensayo rebelde y cinéfilo que también abre esta edición, que cuestiona y discute la importancia de la Nouvelle Vague en el cine contemporáneo.

El cierre de AR no será menos subversivo a través de la mirada de Gustavo Fontán en La Deuda, un film que ilumina la paradoja de sentirse lejos de las personas más cercanas en un momento de incerteza económica cuyas consecuencias inevitablemente se clavan en el seno familiar. Este es el más abiertamente narrativo trabajo de la filmografía de Fontán, con producción de Lila Stantic y de los hermanos Almodóvar. Será exhibido con el corto El Hombre Bajo la Lluvia de María Aparicio que, en un bellísimo blanco y negro, revela a partir de una entrevista de trabajo para un call center que la compañía es apenas otro nombre para la soledad.

El silencio es un cuerpo que cae, notable ópera prima de Agustina Comedi, será exhibida con el corto Playback – Ensayo de una despedida, de la misma directora. El corto parece ser una extensión espiritual del largo y ambos se sumergen en una reflexión personal sobre la pérdida pero que se expande y trasciende el universo familiar y aborda uno de los momentos más tensos de la historia argentina. Retrata con una mirada comprometida y aguda la tensión política entre lo sexual y lo social en los años 80 en la ciudad de Córdoba. La militancia política, la homosexualidad, el HIV, en una ciudad universitaria, vanguardista por un lado y extremadamente conservadora por otro.

La muerte en el seno de una familia es también el acontecimiento que dispara otra primera obra, Familia sumergida de María Alché (conocida en Portugal como la protagonista de La niña santa de Lucrecia Martel). La directora representa con ingenio y luz los cambios en las relaciones de su protagonista, la enorme actriz argentina Mercedes Morán, desenvolviendo la forma como, luego después de la muerte de su hermana, esta mujer se redescubre a sí misma y a lo que la rodea. Suquía de Ezequiel Salinas es el corto que compone esta sesión, un viaje que funde sutilmente lo poético y lo político. A través del fluir de un río se descubre un afecto, una voz olvidada.

Las relaciones de parentalidad son el eje central de Las Buenas Intenciones de Ana García Blaya que revela, con una gracia afilada e inmensa ternura, el contexto social derivado de otra profunda crisis económica en la década del 90. Otra época, otra crisis y así se construye parte de la idiosincrasia argentina de la clase media hace muchas décadas: sobrevive. Un padre y una madre divorciados, tres hijos pequeños (con un destaque especial para la extraordinaria Amanda Minujín), una familia que hace lo que puede en una combinación de ficción y de archivo casero de la propia directora. Será también exhibido el corto Bicicletas de Cecilia Kang, en el que dos bicicletas quedan presas por el mismo candado y eso se transforma en premisa para hablar de celos y de crisis personales.

En tanto, el ingenioso primer largometraje de Lucio Castro, Fin de Siglo, en principio parece una típica historia de un tipo-conoce-otro-tipo pero despacio se va revelando como un análisis sobre el tiempo, la identidad, la memoria y el desconcierto. En el medio, la vida va pasando, con toda su belleza y energía. El corto que acompaña este largo es Blue Boy de Manuel Abramovich (Oso de Plata 69ª Berlinale) en el que la cámara se transforma en cliente de siete prostitutos en Berlín en un ensayo sobre la performatividad de las relaciones de poder.

¿Y si un grupo de personas se reuniese hace dieciocho años en el mismo café a leer el mismo libro una y otra vez en una especie de catarsis colectiva y renovable? Eso es El Tiempo Perdido de María Álvarez, que celebra el encuentro, la sensación de familia fuera de la sangre. En un homenaje al espíritu de una Buenos Aires literaria y atemporal. Álvarez rescata el arte como algo que nos une, conforma y, muy probablemente, nos salva a todos. El corto que acompaña es otro homenaje a una comunión familiar, este último trabajo de Martín Farina, El Brazo del Whatsapp, sigue astutamente la conversación de un grupo de amigos y, al mismo tiempo, construye un arquetipo de subjetividad en el país de las Pampas.

La sección Arzinho se estrena en esta edición dedicada a los afectos y está compuesta por dos films de animación para toda la familia, que revelan la riqueza y la inquieta expansión del cine de animación argentino. Son películas para el encuentro en la sala de cine, para llevar a hijos y padres y sobrinos y amigos de todas las edades. El Patalarga de Mercedes Moreira es una aventura de tres amigos valientes, noble y deliciosa, realizada en «cut out» (figuras en papel e imágenes fotografiadas de arriba y montadas). Ánima Buenos Aires de María Verónica Ramírez revela, a través de cuatro historias creadas por destacadísimos nombres de la animación y de la gráfica argentina, una Buenos Aires llena de charme, de misterios y de personajes ocultos dispersados por los rincones de una ciudad realmente encantadora y mágica.

La urgencia de pensar la realidad, la mirada atenta, a veces decepcionada pero siempre curiosa, convive, entre primeras obras y directores consagrados, con las búsquedas estéticas más osadas. Los afectos -y la falta de ellos-, ese inmenso terreno fértil donde trabajamos todos, las memorias, los lazos que se construyen, conservan, pierden y recuperan, unen este conjunto de frescos y van a llenar de «ar» (y de arzinho), de vitalidad y de belleza, por primera vez con acento argentino, el Cinema Ideal.

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arcinemaargentino.com

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